Miradas que inspiran

Esta obra fue creada como una intervención artística colaborativa dentro del centro educativo Pääsküla Noortemaja, donde se me invitó a aportar mi estilo sobre un mural ya existente de formas geométricas multicolor. La idea era sumar una nueva capa de significado y técnica, fusionando dos lenguajes visuales distintos: el abstracto y el figurativo.

El fondo —ya presente— estaba compuesto por figuras geométricas vibrantes, una representación perfecta de la diversidad de pensamientos, culturas y emociones que coexisten en un entorno educativo moderno. Mi aportación fue añadir un rostro femenino de estilo realista con toques de cómic, que evoca introspección, fuerza interior y autenticidad. Esta figura funciona como reflejo de los jóvenes que habitan este espacio: buscadores de identidad, ideas y caminos propios.

La unión de ambas estéticas no fue solo visual, sino conceptual. Las formas abstractas representan el caos creativo del aprendizaje, mientras que el retrato ancla la obra a lo humano, lo reconocible, lo íntimo. Dos formas de arte que se complementan y se enriquecen mutuamente: una expresa, la otra conecta.

Además, la pieza se adaptó con precisión a los elementos arquitectónicos del espacio —incluido el sistema de ventilación— sin perder presencia ni coherencia. El resultado es una obra viva, multidimensional, que mantiene su fuerza visual desde todos los ángulos y convierte una pared común en un espacio de reflexión y conexión emocional.

Este mural no es solo decoración: es una invitación a mirarse y comprender que cada joven tiene una historia, y que el arte —en todas sus formas— puede ayudar a contarla.

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