Graffiti de Rizzo, memoria viva en Cercedilla
Entre árboles y senderos, en el corazón de Cercedilla, Rizzo observa. Su mirada tranquila y poderosa, plasmada sobre el muro, se convierte en parte del paisaje que tanto conoce. Este mural no es solo un retrato: es un homenaje en vida a una compañera fiel, una presencia constante en cada ruta y cada descanso al sol.
Rizzo, una Alaska Malamute, ahora habita también la piedra, como si la montaña misma quisiera conservar su energía. Su expresión serena, noble, habla de carácter, de historia compartida, de aventuras por los caminos de la sierra.
El arte urbano tiene ese poder: capturar lo cotidiano y elevarlo, convertir un muro en testimonio de amor y lealtad. Y sí, también puede ser una forma de honrar a quienes nos acompañan, con patas firmes y corazón enorme.